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Juego de Las Sombras
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Devil May Cry Rol :: Zona Off Rol :: Galería DMC :: Fan-Fics
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Juego de Las Sombras
por Nerine Lykoris Jue Mayo 19, 2011 2:38 pm
Buenas a Tod@s
Como bien dice al clikar aquí, es mi primer Fan Fic (más bien que publico en un foro) y por lo tanto, estoy abierta a recibir toda clase de críticas acerca de mi escritura, desarrollo de la historia, personaje, manera de escribir y etc. Eso si, espero de verdad les guste este "Pequeño Relato" que hice (9/5/2011) y espero con total sinceridad, que mis palabras lleguen a agradarles. Espero que les guste... Sin más que decir, os dejo con la historia:
Autora: Nerine Lykoris (O conocida por otros nombres como: Ezuury Kushinada/Hachimitsu, Shirinha Kely, Mitsuki Yamamoto, entre otros.)
Información sobre el Texto: Este escrito es Original creado a partir de mi imaginación. Basado en comentarios que he ido escuchando y tras eso, llegó la idea que me inspiró a escribirlo.
Personajes: Una Chica de 16 años y su Compañero de Aventuras con una edad de 18 años.
Título:
El comienzo del desaparecer ha comenzado. La Tierra, harta de tantos golpes y de ser tan sumamente maltratada por la raza humana, ha decidido poner fin a nuestra existencia. Así es, no nos queda más alternativa que doblegarnos a ella… ahora, estamos a su merced. Tras sufrir varios desastres naturales que resultaron catastróficos en muchos rincones del planeta, intentamos mantenernos con vida. A sabiendas, de que todo lo que intentemos será inútil. ¿No es increíble lo que puede hacer la fuerza de voluntad de las personas? La sensación de vivir, de tener el propio control de tu vida, la cualidad de elegir por ti mismo tu destino. Supongo que eso es lo que mueve nuestros corazones y deseos a estas alturas. ¿Sólo tenemos la opción de resignarnos a lo que pasa o podemos cambiar el destino?. Dudas, preguntas… cada vez son más las que se presentan y por cada una de ellas, nos falta una respuesta que la justifique. De brazos cruzados no vamos a hacer nada, por eso, decidimos embarcarnos en una aventura a través del continente Europeo, uno de los más afectados. La contaminación ha llegado a un nivel demasiado alto para ser controlada. Es más, incluso ha producido muchísimas muertes de especies de plantas, animales y también la intoxicación de seres al inhalar aire con altos niveles de radioactividad o tomar alimentos envenenados con tal. Demasiadas son las muertes como para perdonarlas todas. No, es imposible perdonar algo así, nadie, ni siquiera la Tierra, tiene derecho a quitarnos a nuestros seres queridos, arrancarles el alma y eliminarlos de la faz del mundo. Solo nosotros tenemos ese poder, el cual, actualmente es ignorado por casi todo. Yo misma me atrevo a confesar que he tenido que quitar la vida a personas y animales debido a su estado de sufrimiento. Entre ellas, se encontraban: mi madre, mi hermano pequeño y una de nuestras mascotas, un perro sin raza alguna, un mestizo que nos encontramos abandonado y decidimos adoptar hace ya tiempo. Enloquecer es uno de los efectos provocados por una de las tres enfermedades que rondan por el planeta. La peor de todas ellas… no puedo describir lo que sentí, cuando ellos mismos, me pidieron que los matara. Prefiero no indagar más en la herida que eso me produjo. Fueron mis manos llenas de arrepentimiento las que lo hicieron.
- ¿Estás bien? - oí una voz que me preguntó.
- ¿Eh? Ah… supongo, vamos, eso pienso. - respondí algo brusca.
- Bien, entonces continuemos - me dijo mi compañero sonriendo.
- … Oye, ¿crees que llegaremos a tiempo de rescatar a alguien? - pregunté con algo de duda.
- Claro que si, no seas tan pesimista, mujer… siempre igual ¿no cambias, eh? - dijo sonriendo.
- Je… supongo que tienes razón, vayamos más deprisa entonces - sonreí de medio lado.
Puede que no todo estuviera perdido en este tiempo, aún había esperanza acompañada de sonrisas, alegrías y deseos de vivir y mantenerse aquí. Sobretodo las de los niños que nacían bajo las circunstancias tan difíciles. Es increíble, a pesar de estar al borde de desaparecer, somos capaces de sonreír. Cada vez me resulta más asombroso el cómo afrontamos las cosas y dificultades que nos imponen a lo largo de nuestros caminos a través del destino. Nunca me lo había planteado, no hasta llegado este extremo. Mi compañero de unos dieciocho años de edad, conducía la moto mientras yo iba de copiloto tras él. Yo apenas cumplía los dieciséis años una semana atrás. Parecía una idea estúpida idea esa de poder salvar a personas. Nosotros no aspirábamos a salvar al mundo entero, pero al menos, mantener la esperanza a la gente que se mantenía con vida y no era afectada gravemente por las enfermedades propagadas… si lográramos eso, bastaba. A mi parecer, era ya demasiado pedir, pero a estas alturas ¿estábamos para desanimarnos o seguir adelante?. Optamos por la segunda opción. Ante todo, fe en ti mismo y no confíes en nadie más que no sea tu corazón o cabeza. Si hay debate entre ambos, que gane el deseo más fuerte y profundo.
- ¡Mira eso! ¡No te pares y sigue! ¡¿De acuerdo?! - le dije al ver como unos animales salvajes nos seguían, parecían como estas infectados al igual que lo estaba nuestro perro.
- ¡Bien, cuento contigo! - dijo acelerando un poco más con la motocicleta.
Mientras eso pasaba, me agarré fuertemente a la cintura de él con el brazo derecho y con mi mano izquierda, saqué la pistola que llevaba guardada a mi espada junto a un gran armamento que llevaba conmigo. Todo fue cogido de la comisaría de mi ciudad, la cual, ahora mismo estaba sin nadie, como todo el espacio urbano de allí, desierto. Alcé el visor de mi casco y apunté bien a los animales que rugían y gritaban de dolor. Mis ojos color miel, se fijaron en uno de los tres que había y, con precisión apunté a su frente y disparé. Un disparo bastó para hacerle morir y acabar así con su vida. Los otros dos se acercaron más a nosotros y él me indicó que le cambiara el sitio. Así, lo hice. Me alcé sobre él, poniéndome sentada justo encima de depósito de gasolina y me eché hacia detrás, cogiendo los mandos del vehículo y dejándolo en mi anterior puesto. Bajé mi visera, al contrario que hice antes y conduje admirando la batalla que tendría lugar en pocos instantes por el espejo.
- ¡ID EN PAZ, MONSTRUOS! - gritó mi compañero de aventuras más exaltado que yo.
- ¡No te entretengas! - le dije mientras le escuchaba.
Sacó la espada de la funda que yo llevaba a la espalda y así, la empuñó en su mano derecha. Tan pronto aminoré un poco la velocidad quedamos detrás de esas bestias. Con mayor amplitud para atacar, lo tenía a punto de mira. Él, tal y como esperaba, separó las dos partes de la espada y, al ver a los lobos infectados a ambos lados de nuestra posición, esperó a que se acercaran. No lo vi, pero el sonido de la estela que hicieron ambas partes en sus manos, bastó para imaginarme su ataque. Así, solo escuché el jadeo de uno de ellos. Fruncí el ceño y aceleré, dejando allí ambos cadáveres tirados, a las acechantes sombras que pronto volcarían en el cielo. Era el anochecer, por consecuente, el manto de la noche taparía los tenues focos de luz que hacían del cielo, un rojo sangre concordante con la situación. Él volvió donde antes estaba colocada yo y guardó la espada a mi espalda, justo en su funda. Llena de sangre, puesto que gotearon algunos rastros de tal. Me agarró de la cintura y se colocó bien el casco otra vez. Sus palabras en ese momento hicieron que me sonrojara sin poder evitarlo y que tuviera ganas de tirarlo de allí.
- Vaya… tienes mejor cuerpo de lo que aparentas ¿Sabes? Estas en forma, jujuju… - eso fue lo que me dijo.
- ¡PERVERTIDO! - grité algo molesta, sonrojandome levemente.
- No te entiendo, encima que te halago… - me dijo en forma de resignación.
- ¡No vuelvas a decirme eso! ¿Entiendes? - protesté de nuevo.
- A sus órdenes, señorita - respondió de acuerdo a lo que dije.
Cómo antes dije, estaba segura de que encontraríamos la manera de dejar algo de esperanza en el borde del olvido. Las consecuencias y problemas por los que teníamos que pasar, eran muchos. Eso no lo dudaba para nada, pero… ¿Acaso no es así siempre la vida? Exacto, siempre da problemas, pero si da problemas, eso quiere decir que hay soluciones. Las preguntas sin respuesta no existen, solo que no sabemos encontrarlas sino indagamos bien. Aceleré otra vez, y retomamos el rumbo de antes, dirección al centro Europeo. Habiéndonos librados de unos pequeños obstáculos cómo los que nos esperábamos a lo largo de la gran y larga travesía. Estaba claro que fácil no sería en absoluto. Es más, esto tan solo era el principio de un interminable viaje que podía cobrarse nuestras vidas. Aún al corriente de eso, deseábamos que nadie pasara por lo que tuvimos que pasar ambos desde que todo esto comenzó. Los seres vivos parecían zombies por su forma de comportarse, sin atender a razones, sufriendo y matando para sobrevivir. Tal y como nosotros hacíamos, mantenernos con vida. Solo… que yo albergaba un gran secreto, también estaba infectada como los otros, solo que gracias a mi metabolismo, el virus no avanzaba tan rápido, pero si que me iba corrompiendo poco a poco, lentamente. Sin saber el tiempo que me quedaba y con la promesa de que lograría salvar al menos a una sola vida, me encaminé hacia el lugar que sería mi destino final. Tras esto, solo me queda una pregunta:
Como bien dice al clikar aquí, es mi primer Fan Fic (más bien que publico en un foro) y por lo tanto, estoy abierta a recibir toda clase de críticas acerca de mi escritura, desarrollo de la historia, personaje, manera de escribir y etc. Eso si, espero de verdad les guste este "Pequeño Relato" que hice (9/5/2011) y espero con total sinceridad, que mis palabras lleguen a agradarles. Espero que les guste... Sin más que decir, os dejo con la historia:
Autora: Nerine Lykoris (O conocida por otros nombres como: Ezuury Kushinada/Hachimitsu, Shirinha Kely, Mitsuki Yamamoto, entre otros.)
Información sobre el Texto: Este escrito es Original creado a partir de mi imaginación. Basado en comentarios que he ido escuchando y tras eso, llegó la idea que me inspiró a escribirlo.
Personajes: Una Chica de 16 años y su Compañero de Aventuras con una edad de 18 años.
Título:
Juego de las Sombras
El comienzo del desaparecer ha comenzado. La Tierra, harta de tantos golpes y de ser tan sumamente maltratada por la raza humana, ha decidido poner fin a nuestra existencia. Así es, no nos queda más alternativa que doblegarnos a ella… ahora, estamos a su merced. Tras sufrir varios desastres naturales que resultaron catastróficos en muchos rincones del planeta, intentamos mantenernos con vida. A sabiendas, de que todo lo que intentemos será inútil. ¿No es increíble lo que puede hacer la fuerza de voluntad de las personas? La sensación de vivir, de tener el propio control de tu vida, la cualidad de elegir por ti mismo tu destino. Supongo que eso es lo que mueve nuestros corazones y deseos a estas alturas. ¿Sólo tenemos la opción de resignarnos a lo que pasa o podemos cambiar el destino?. Dudas, preguntas… cada vez son más las que se presentan y por cada una de ellas, nos falta una respuesta que la justifique. De brazos cruzados no vamos a hacer nada, por eso, decidimos embarcarnos en una aventura a través del continente Europeo, uno de los más afectados. La contaminación ha llegado a un nivel demasiado alto para ser controlada. Es más, incluso ha producido muchísimas muertes de especies de plantas, animales y también la intoxicación de seres al inhalar aire con altos niveles de radioactividad o tomar alimentos envenenados con tal. Demasiadas son las muertes como para perdonarlas todas. No, es imposible perdonar algo así, nadie, ni siquiera la Tierra, tiene derecho a quitarnos a nuestros seres queridos, arrancarles el alma y eliminarlos de la faz del mundo. Solo nosotros tenemos ese poder, el cual, actualmente es ignorado por casi todo. Yo misma me atrevo a confesar que he tenido que quitar la vida a personas y animales debido a su estado de sufrimiento. Entre ellas, se encontraban: mi madre, mi hermano pequeño y una de nuestras mascotas, un perro sin raza alguna, un mestizo que nos encontramos abandonado y decidimos adoptar hace ya tiempo. Enloquecer es uno de los efectos provocados por una de las tres enfermedades que rondan por el planeta. La peor de todas ellas… no puedo describir lo que sentí, cuando ellos mismos, me pidieron que los matara. Prefiero no indagar más en la herida que eso me produjo. Fueron mis manos llenas de arrepentimiento las que lo hicieron.
- ¿Estás bien? - oí una voz que me preguntó.
- ¿Eh? Ah… supongo, vamos, eso pienso. - respondí algo brusca.
- Bien, entonces continuemos - me dijo mi compañero sonriendo.
- … Oye, ¿crees que llegaremos a tiempo de rescatar a alguien? - pregunté con algo de duda.
- Claro que si, no seas tan pesimista, mujer… siempre igual ¿no cambias, eh? - dijo sonriendo.
- Je… supongo que tienes razón, vayamos más deprisa entonces - sonreí de medio lado.
Puede que no todo estuviera perdido en este tiempo, aún había esperanza acompañada de sonrisas, alegrías y deseos de vivir y mantenerse aquí. Sobretodo las de los niños que nacían bajo las circunstancias tan difíciles. Es increíble, a pesar de estar al borde de desaparecer, somos capaces de sonreír. Cada vez me resulta más asombroso el cómo afrontamos las cosas y dificultades que nos imponen a lo largo de nuestros caminos a través del destino. Nunca me lo había planteado, no hasta llegado este extremo. Mi compañero de unos dieciocho años de edad, conducía la moto mientras yo iba de copiloto tras él. Yo apenas cumplía los dieciséis años una semana atrás. Parecía una idea estúpida idea esa de poder salvar a personas. Nosotros no aspirábamos a salvar al mundo entero, pero al menos, mantener la esperanza a la gente que se mantenía con vida y no era afectada gravemente por las enfermedades propagadas… si lográramos eso, bastaba. A mi parecer, era ya demasiado pedir, pero a estas alturas ¿estábamos para desanimarnos o seguir adelante?. Optamos por la segunda opción. Ante todo, fe en ti mismo y no confíes en nadie más que no sea tu corazón o cabeza. Si hay debate entre ambos, que gane el deseo más fuerte y profundo.
- ¡Mira eso! ¡No te pares y sigue! ¡¿De acuerdo?! - le dije al ver como unos animales salvajes nos seguían, parecían como estas infectados al igual que lo estaba nuestro perro.
- ¡Bien, cuento contigo! - dijo acelerando un poco más con la motocicleta.
Mientras eso pasaba, me agarré fuertemente a la cintura de él con el brazo derecho y con mi mano izquierda, saqué la pistola que llevaba guardada a mi espada junto a un gran armamento que llevaba conmigo. Todo fue cogido de la comisaría de mi ciudad, la cual, ahora mismo estaba sin nadie, como todo el espacio urbano de allí, desierto. Alcé el visor de mi casco y apunté bien a los animales que rugían y gritaban de dolor. Mis ojos color miel, se fijaron en uno de los tres que había y, con precisión apunté a su frente y disparé. Un disparo bastó para hacerle morir y acabar así con su vida. Los otros dos se acercaron más a nosotros y él me indicó que le cambiara el sitio. Así, lo hice. Me alcé sobre él, poniéndome sentada justo encima de depósito de gasolina y me eché hacia detrás, cogiendo los mandos del vehículo y dejándolo en mi anterior puesto. Bajé mi visera, al contrario que hice antes y conduje admirando la batalla que tendría lugar en pocos instantes por el espejo.
- ¡ID EN PAZ, MONSTRUOS! - gritó mi compañero de aventuras más exaltado que yo.
- ¡No te entretengas! - le dije mientras le escuchaba.
Sacó la espada de la funda que yo llevaba a la espalda y así, la empuñó en su mano derecha. Tan pronto aminoré un poco la velocidad quedamos detrás de esas bestias. Con mayor amplitud para atacar, lo tenía a punto de mira. Él, tal y como esperaba, separó las dos partes de la espada y, al ver a los lobos infectados a ambos lados de nuestra posición, esperó a que se acercaran. No lo vi, pero el sonido de la estela que hicieron ambas partes en sus manos, bastó para imaginarme su ataque. Así, solo escuché el jadeo de uno de ellos. Fruncí el ceño y aceleré, dejando allí ambos cadáveres tirados, a las acechantes sombras que pronto volcarían en el cielo. Era el anochecer, por consecuente, el manto de la noche taparía los tenues focos de luz que hacían del cielo, un rojo sangre concordante con la situación. Él volvió donde antes estaba colocada yo y guardó la espada a mi espalda, justo en su funda. Llena de sangre, puesto que gotearon algunos rastros de tal. Me agarró de la cintura y se colocó bien el casco otra vez. Sus palabras en ese momento hicieron que me sonrojara sin poder evitarlo y que tuviera ganas de tirarlo de allí.
- Vaya… tienes mejor cuerpo de lo que aparentas ¿Sabes? Estas en forma, jujuju… - eso fue lo que me dijo.
- ¡PERVERTIDO! - grité algo molesta, sonrojandome levemente.
- No te entiendo, encima que te halago… - me dijo en forma de resignación.
- ¡No vuelvas a decirme eso! ¿Entiendes? - protesté de nuevo.
- A sus órdenes, señorita - respondió de acuerdo a lo que dije.
Cómo antes dije, estaba segura de que encontraríamos la manera de dejar algo de esperanza en el borde del olvido. Las consecuencias y problemas por los que teníamos que pasar, eran muchos. Eso no lo dudaba para nada, pero… ¿Acaso no es así siempre la vida? Exacto, siempre da problemas, pero si da problemas, eso quiere decir que hay soluciones. Las preguntas sin respuesta no existen, solo que no sabemos encontrarlas sino indagamos bien. Aceleré otra vez, y retomamos el rumbo de antes, dirección al centro Europeo. Habiéndonos librados de unos pequeños obstáculos cómo los que nos esperábamos a lo largo de la gran y larga travesía. Estaba claro que fácil no sería en absoluto. Es más, esto tan solo era el principio de un interminable viaje que podía cobrarse nuestras vidas. Aún al corriente de eso, deseábamos que nadie pasara por lo que tuvimos que pasar ambos desde que todo esto comenzó. Los seres vivos parecían zombies por su forma de comportarse, sin atender a razones, sufriendo y matando para sobrevivir. Tal y como nosotros hacíamos, mantenernos con vida. Solo… que yo albergaba un gran secreto, también estaba infectada como los otros, solo que gracias a mi metabolismo, el virus no avanzaba tan rápido, pero si que me iba corrompiendo poco a poco, lentamente. Sin saber el tiempo que me quedaba y con la promesa de que lograría salvar al menos a una sola vida, me encaminé hacia el lugar que sería mi destino final. Tras esto, solo me queda una pregunta:
“¿Te crees capaz de cambiar tu destino?”
Nerine Lykoris- Demonio
- Raza : Demonia Mayor de Agua / Princesa del Infierno / Administradora Lider
Mensajes : 300
Re: Juego de Las Sombras
por TrangelDemon-Hunter Jue Mayo 26, 2011 7:17 pm
Omg!!.. Nerine-chan!! Esta demasiado genial tu Fan-Fic!! *o*!!.. Me gusto mucho de verdad... Y sabes algo me hizo recordar varias cosas que habia escuchado antes.. Mucho antes... Muy bueno de verdad... Mis felicitaciones a tu gran... GRAN TRABAJO!!... n.n!!
TrangelDemon-Hunter-
Mensajes : 461
Re: Juego de Las Sombras
por Nerine Lykoris Lun Mayo 30, 2011 1:01 pm
Gracias Trangel n.~
En, verdad, me alegro que te guste >w< *saca un cartelito en el que pone: "I Love Yo" (?)* xDDD
Ok no, el Ego fuera ¬¬ *patea al ego del post* *w*
Bueno, con suerte, cuelgo mi saga de relatos de: "Caída del Cielo"
En, verdad, me alegro que te guste >w< *saca un cartelito en el que pone: "I Love Yo" (?)* xDDD
Ok no, el Ego fuera ¬¬ *patea al ego del post* *w*
Bueno, con suerte, cuelgo mi saga de relatos de: "Caída del Cielo"
Nerine Lykoris- Demonio
- Raza : Demonia Mayor de Agua / Princesa del Infierno / Administradora Lider
Mensajes : 300
Re: Juego de Las Sombras
por TrangelDemon-Hunter Lun Mayo 30, 2011 5:18 pm
Wow!!.. Suena genial ;D... Estoy seguro que va a ser un mejor trabajo que este ;D... Te deseo mucha suerte Nerine-chan >w<
TrangelDemon-Hunter- Mensajes : 461
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